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jueves, noviembre 02, 2006

Sobre la "Memoria Histórica"


El Grupo de Concejales del Partido Popular considera que las instituciones públicas son de todos y cada uno de los ciudadanos. Para un Ayuntamiento, el pueblo ha de ser único y ha de velar por él, no debe crear marginaciones, humillaciones, desprecios, ciudadanos de primera y de segunda, odios, rencillas y debe mirar siempre hacia el futuro y no vivir anclados en un pasado que casi nadie de los que constituimos la sociedad actual queremos revivir. Solo las personas que basan sus actuaciones en el odio y el rencor son capaces de intentar sacar partido a algo tan humillante e indigno como una guerra civil en la que se enfrentaron hermanos, familiares y amigos.

El actual Alcalde de Benavente, Manuel García Guerra, actúa como si quisiera abrir viejas heridas que durante años enfrentaron a los españoles. De forma unilateral, a golpe de decretazo, quiere resucitar fantasmas del pasado y volver a dividir una sociedad que hace casi treinta años hizo un quiebro en la historia y decidió iniciar un camino nuevo sin vencedores ni vencidos, sin odios ni rencores.

Manuel García Guerra debió someter al Pleno Municipal retirar la Cruz de granito de la plaza del Grano. Se hubiera hecho desde el acuerdo y no desde la imposición, sin nocturnidad, a la vista de todos los benaventanos. Se podía haber trasladado, la Cruz, al cementerio y allí tendrían un lugar para el recuerdo los familiares afectados. Pero prefirió hacerlo de la forma más traumática para la sociedad benaventana, sin dar a conocer a la oposición su decisión, sin previo aviso a la sociedad benaventana, arrancó la Cruz y la enterró, fragmentada, en el antiguo basurero de la cantera. ¿Hubo ofendidos? Claro que los hubo.

Manuel García Guerra también debió someter al Pleno Municipal la acotación de un espacio en el cementerio para rendir homenaje a los fusilados de Villanueva del Campo durante la guerra civil española. Tampoco lo hizo.

Tal vez, señor Alcalde, los partidos políticos democráticos de este pueblo, desde el más profundo respeto a todos los fallecidos en la guerra civil, debiéramos acordar hacer un único lugar donde los homenajeados sean todos ellos. Así, nadie se sentirá ofendido y, de una vez por todas, podremos tener la fiesta en paz.